Porque si de algo disfruto, es del séptimo arte. Esas dos horas y pico inmersa en un mundo ajeno a lo mío, creado por alguien más y llevado a cabo con tal precisión, que si uno lo desea hasta le sienta convincente. Ahí viene la verdadera colgadera cuando te dejas llevar por la historia, más allá de la realidad. Que es el caso de esta persona que le escribe. Es fundamental aclarar que acá no corren sinopsis ni reseñas (si quiere verla, véala), no hay ni de cerca críticas de expertos (apenas una aficionada con una visión sumamente subjetiva), ni seriedad hacia el tema (justamente porque no sé nada del cine). Más bien la idea es comentar todo lo que a uno le germina al terminar de ver una película o bien un tiempo después cuando los mensajes van cayendo de a poco. Bienvenidos.

miércoles, 12 de octubre de 2011

El lado oscuro del corazón

Director: Eliseo Subiela

Reparto: Dario Grandinetti, Sandra Ballesteros, Nacha Guevara

Año: 1992


Muchas veces nos sucede que damos con algo que nos cambia la forma de pensar o al menos nos asienta la que ya veníamos sintiendo como propia. Ver esta gran película es el mejor ejemplo que encuentro en este día. Tal vez si la hubiese visto en otra etapa de mi vida no hubiera sido lo mismo… quien sabe? Lo que sí se… es que hay un antes y un después de “El lado oscuro del corazón”.

La historia de Oliverio, el poeta solitario que anda en busca de “la que vuela” esquivando las recomendaciones que le ofrece una muerte enamorada y celosa, siguiendo su instinto primario y su fuego interno, recitando poemas al viento, y entregando su alma a la noche…

El guión, en manos de Eliseo Subiela (quien además dirige), traza una historia maravillosa que es dibujada a través de la poesía de nada menos que estos tres señores: Mario Benedetti, Juan Gelman y Oliverio Girondo. El resultado es mágico! Si no te estremeces al verla, si no te genera al menos una picazón en el alma, si no te quedas pensando en vuelos… entonces estas en problemas…

La poesía hace que la vida se disfrace de belleza… hasta lo más cruel, como el desamor y la soledad guardan la dulzura de la tristeza recitada. Nos da un respiro, aunque se esfume con el primer viento de la mañana.

Darío Grandinetti, bellísimo, se transforma en Oliverio y en Benedetti, y en Gelman y en Girondo… seduce hasta la mismísima muerte. Es tan buena su interpretación que realmente todo cierra. Este personaje tan complejo, que se alimenta de sueños, y busca el amor con plena confianza, con la certeza de que sabe que existe. El amor de verdad, el que ilumina por dentro.

Probablemente lo que le da sentido a este mundo poético que se va dando son las escenas donde la fantasía es quien cuenta lo que realmente está pasando: el momento exacto en que Oliverio le entrega su corazón a Ana mientras un billete de 100 dólares arde, el momento en el que hacen el amor y los libros de poesía escondidos se hacen visibles, ellos finalmente derribando puertas y volando, y al final… la muerte vencida…

La música, sublime… acompaña cada minuto y conecta las escenas directamente con tus recuerdos. Te digo: vas a escuchar y vas a volver.

Cuando una historia hace una marca en vos, como, cuando recordas el momento en que te topaste con ella, la razón que te motivo a buscarla, y sin dudas la influencia que tuvo en vos, es cuando importa, más allá de cualquier crítica experimentada.

El amor, la poesía y la fantasía logran que esta historia sea eterna. No importa cuánto tiempo pase… no nos vamos a olvidar de Oliverio y la que vuela.

Solo una frase, entre las miles que quedaron anotadas en mi cabeza: “Es mejor herido que dormido como hasta ahora… A veces una herida te recuerda que estás vivo, es esto el amor, mi estúpida muerte, es esto. Cómo explicártelo, pobrecita, si entendieras eso estarías viva…”

Solo un video, entre los miles que quedaron en mi cabeza:



PD: imperdible Mario Benedetti en la piel de un marinero alemán recitando poesía para enamorar a una chica de la noche.

PD2: hay una segunda parte, que no me he animado a ver. Nada va a superar a la primera.

PD3: Montevideo y Buenos Aires se ven grises y hermosos…