Porque si de algo disfruto, es del séptimo arte. Esas dos horas y pico inmersa en un mundo ajeno a lo mío, creado por alguien más y llevado a cabo con tal precisión, que si uno lo desea hasta le sienta convincente. Ahí viene la verdadera colgadera cuando te dejas llevar por la historia, más allá de la realidad. Que es el caso de esta persona que le escribe. Es fundamental aclarar que acá no corren sinopsis ni reseñas (si quiere verla, véala), no hay ni de cerca críticas de expertos (apenas una aficionada con una visión sumamente subjetiva), ni seriedad hacia el tema (justamente porque no sé nada del cine). Más bien la idea es comentar todo lo que a uno le germina al terminar de ver una película o bien un tiempo después cuando los mensajes van cayendo de a poco. Bienvenidos.

jueves, 28 de julio de 2011

Un cuento chino...

Director: Sebastián Borensztein

Reparto: Ricardo Darín, Muriel Santa Ana, Ignacio Huang.

Año: 2011


Un cuento chino… la vi ayer en el cine, sin saber de que trataba, aunque Ricardo Darín pocas veces me ha dejado tirada.


Ricardo, Roberto en la ficción, un hijo de puta de los buenos, pero buenos de verdad. Bien adentro donde la mayoría no sabe ver ni llegar, por superficiales, o flojos tal vez.


La Mari, el ser que sí supo ver la esencia de Roberto. Este personaje nunca debe olvidarse, es simplemente el que salva la historia. El que da esperanzas, el que arma todo despacito para que en la última escena te vayas sonriendo.


El chino, lo más…


Ahora… la historia está presentada como una comedia, y te reís… de lo lindo. La idea de dos personas que no pueden lograr una comunicación básica, un histérico mala onda y un pobre inmigrante perdido, absolutamente dulce… que aguanta lo que venga… porque no le queda otra.


Pero a mí además de la risa del momento me quedaron picando las historias. La historia de Roberto, que como siempre te la cuentan al final, después que decís, pero que hijo de puta, pobre chinito! A menos, a menos… que sepas que todos tenemos una historia que nos hace SER lo que SOMOS hoy, y que nadie debe ser tomado a la ligera.
Y la historia del chino, que es absolutamente desgarradora… porque su dolor parte de un evento tan ridículo, tan ridículo… que no miento cuando digo que todo el cine reía en la escena más cruda, más real, más tensa … todos menos yo… y mi acompañante. (y ya sé que él va primero gramaticalmente, pero creo que si lo dejo después se entiende la idea de que suma puntos por no haberse reído).


Es la escena del teléfono, la llamada del tapo. El momento del quiebre de Jun, ya no es un chino perdido, es ahora una persona, rota, que carga con la peor de las penas, la de perder a un ser amado. El momento de despertar de Roberto, que entiende, que todo este tiempo ignoró ese dolor silencioso que ahora es tan evidente. La mejor escena, donde se revelan ambos personajes, y se muestran. El dolor de Jun, y la compasión de Roberto.


Me quedo picando también Roberto, ¿por qué será que son tan interesantes estos cabrones? Que no están en los detalles, pero están en los momentos de crisis, en momentos decisivos. Y qué aún cuando dicen una cosa… al final hacen lo correcto (así sea con una muy linda puteada). ¿Será que la idea de llegar a un corazón que parece no existir es toda una aventura? O que el hecho de conmover un alma tan dañada… te otorga poderes… El poder de creer en él, en vos, en los dos. El poder de que él crea.
Una tragedia… si no fuera por la Mari.


Sumamente recomendada… la vuelvo a ver una y más veces sin dudas.